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Eduarda Mansilla, la escritora y periodista que brilló con luz propia

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En pleno siglo XIX y en una época dominada por hombres, trascendió por su labor literaria. Desnudó la situación marginal de las mujeres.

Eduarda Mansilla nació en Buenos Aires, el 11 de diciembre de 1834. Casi paralelamente su tío, Juan Manuel de Rosas accedía al poder, marcando un hito -positivo para algunos, negativo para otros- en la historia nacional. Pero además de ser la sobrina del Restaurador o la hermana de Lucio V. Mansilla, Eduarda encarnó a una mujer emprendedora y creadora, que brillaba por sí misma.  En la Argentina del siglo XIX fue una de las pioneras en nuestra literatura y además se dedicó a la música, como compositora e interprete.

Algunos de sus cuentos fueron los primeros escritos en el país para niños y adolescentes. Además se dedicó a escribir novelas preocupándose por la problemática del gaucho y los indígenas antes que el mismísimo José Hernández.

Dentro de sus textos desnudó la situación marginal de las mujeres y todos los impedimentos con los que convivían, independientemente de su clase social. Ella misma tuvo que publicar, en un principio, utilizando un seudónimo masculino.  Luego de mucho trabajo, esta dama logró ser publicada en la prensa. En 1885 Sarmiento le dedicó unas palabras de reconociendo en el diario “El Nacional”: “Eduarda ha pugnado diez años por abrirse las puertas cerradas a la mujer, para entrar como cualquier cronista o repórter en el cielo reservado a los escogidos machos, y por fin ha obtenido un boleto de entrada, a su riesgo y peligro…”.

La Doctora en letras María Rosa Lojo, miembro del CONICET, señala sobre Mansilla: “en su novela más madura: Pablo, ou la vie dans les Pampas (1869) (…) redactada originalmente en francés, se propuso explicarles la Argentina a los franceses desde su propia lengua, y sin perder nunca el equilibrio, imaginó en ella un villano unitario que balanceaba la entonces habitual demonización post-rosista del federalismo”. Confiando en su capacidad Eduarda envió el texto a Víctor Hugo. Maravillado, el francés le escribió: “Su libro me ha cautivado. Yo le debo horas cautivantes y buenas. Usted me ha mostrado un mundo desconocido. Usted escribe una excelente lengua francesa, y resulta de profundo interés ver su pensamiento americano traducirse en nuestro lenguaje europeo. Hay en su novela un drama y un paisaje: el paisaje es grandioso, el drama es conmovedor. Se lo agradezco señora, y rindo a sus pies mis homenajes”.

En enero de 1855, nuestra protagonista celebró su matrimonio con Manuel Rafael García Aguirre. Juntos tuvieron seis hijos. Debido al trabajo diplomático de Manuel, viajaron por muchas ciudades de Europa y Estados Unidos. Conocieron a grandes personalidades de la época como Abraham Lincoln, Napoleón III, Francisco José de Austria y su mujer Sissi.

De su primera estadía en Estados Unidos (1861) data “Recuerdos de Viaje” una obra interesantísima donde relata la situación del país del Norte pendiente entonces de los acontecimientos que finalmente desembocarían en la Guerra de Secesión. Se trata del único texto escrito por una argentina sobre USA en el siglo XIX. Una de las primeras impresiones que rescata sobre sus días en Nueva York es que “la vida de hotel en Estados Unidos, no se parece a la de ningún otro país; hay holgura, facilidades y ventajas (….) sólo allí se ve este fenómeno curioso por demás: familias enteras que toda la vida han vivido de hotel en hotel”.

Tras la muerte de su marido -ocurrida en 1887 cuando se encontraban en Europa-, Eduarda se mantuvo allí junto a uno de sus hijos, Daniel, que había seguido la carrera diplomática. Enferma del corazón regresó a Buenos Aires hacia 1890. Murió dos años más tarde víctima de dicha dolencia. Dejó en manos de aquel hijo un baúl con cartas privadas y textos originales, lamentablemente se perdieron y con ellos gran parte de su historia. Pero la carencia de algunos datos no la margina del recuerdo.

Fue Eduarda Mansilla de García una de las grandes protagonistas nacionales, todavía poco presente en el imaginario colectivo. Algo, que desde luego, debemos comenzar a cambiar.

Fuente: losandes.com.ar


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