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Emprendedora dedicada al origami encontró el negocio de enseñar a doblar papel

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En un mundo cada vez más digital, Daniela Ferraro logró que el papel no solo se mantenga vigente, sino que sea protagonista de su emprendimiento. Empezó a hacer origami como hobby hace seis años, pero de a poco encontró un público que le pedía comprar su arte y que se interesaba por aprender a hacer las manualidades. El proyecto Papeleando de repente pasó a ser su trabajo y reemplazó al de maestra jardinera por falta de tiempo.

Por semana recibe entre 10 y 15 pedidos para decorar la mesa dulce de cumpleaños, comuniones, baby showers y casamientos. Dos veces al mes ofrece talleres para hacer origami los sábados a la mañana, que para participar cuesta $1700. “Hice algunos temáticos, como el de decoración navideña a fines del año pasado, por ejemplo.

Son workshops de grupos reducidos, de no más de 10 personas, donde hacemos productos de papel”, cuenta Ferraro, que quedó atrapada con el arte de plegar papel cuando asistió al curso de origami de una chica japonesa en Buenos Aires.

“Asistí al curso y me encantó. Me habían salido todas las figuras. Entonces empecé a investigar con videos y hacer cosas por mi cuenta, y armé una cuenta en Facebook para subir lo que hacía. En 2013, una compañera del jardín me pidió que le armara unos móviles o tiritas de grulla como souvenir para dar en el cumpleaños de su hija. Así arranqué el emprendimiento: como hobby en mi tiempo libre después del doble turno que hacía como maestra jardinera”, recuerda.

Desde entonces comenzó a acudir a ferias, donde llevaba un stock de productos decorativos, como guirnaldas, triángulos y estrellas. “Hice muchos contactos de boca en boca, extraños que me encargaban cosas. Ahí empezó a gestarse algo y cuando salió Instragram explotó mucho lo que es el mundo emprendedor”, dice.

Una de sus seguidoras en ese tiempo le avisó que había un concurso que estaba realizando una marca japonesa de máquinas de coser y plotter de corte. “Era el último día de concurso cuando me presenté de cara dura. En realidad la convocatoria ya había terminado, pero me postulé y me llamaron a una entrevista. Finalmente terminé quedando junto con otros cinco emprendedores como embajadora de la marca. Ahí fue cuando me hizo clic la cabeza de que con el hobby podía conseguir más cosas y llegar más lejos”, señala.

Sin tener experiencia en negocios, se fue asesorando y siguió sus intuiciones. Patentó la marca y detectó quién era su principal público: las mamis, y se orientó en productos para decorar cumpleaños infantiles. “Hice un curso de fotografía para mejorar la presentación de mis trabajos en las redes y aprendí que era mejor dejar de vender en cada publicación y subir más imágenes con datos o alguna frase de un libro. De esta forma conectaba mejor con la gente del otro lado y generaba un vínculo más personal”, dice Ferraro, que tiene 40.700 seguidores en Instagram por Papelenado.

Desde este año dejó su trabajo como maestra jardinera y se dedica a tiempo completo al negocio. “Me estoy adaptando todavía a ser mi propia jefe, a ponerme horarios, pero quiero profesionalizar aún más el emprendimiento, armar la tienda online y proyectarlo como un negocio”, indica, todavía sorprendida por la marca que creó de su pasión por las manualidades, que heredó de la mamá.

“Nadie me regaló nada, todo lo que tengo fue producto del esfuerzo. En su momento, cuando me metí más en el mundo emprendedor, me hice un grupo de chicas emprendedoras que me incentivaron a dar los talleres. Al principio me daba miedo de que la gente no quiere venir, tenía esa inseguridad, pero finalmente me animó y hubo bastante convocatoria”, concluye.

Fuente: Diario La Nación


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