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Fomentar el consumo: la clave que permitirá a la Argentina salir de la crisis

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El Gobierno anunció que está preparando un conjunto de 60 medidas para la pospandemia con el objetivo de reactivar la economía. Muchas especulaciones se hacen al respecto aunque poco se sabe todavía. La pregunta atinente entonces es: ¿qué medidas hay que tomar en la economía argentina para salir del pozo depresivo en el cual la pandemia hunde al país? Para responder a esta pregunta es necesario retrotraernos a la situación anterior. Lo primero que surge claro cuando se examinan los críticos años recientes de la economía argentina es que la misma sufrió los desbalances caóticos que hemos padecido entre 2018 y 2019, sobre todo porque se desatendió el equilibrio externo.

El superávit fiscal no se alcanzó, pero las cifras fiscales por sí solas jamás podrían explicar la magnitud de las convulsiones sufridas. Lo que sí explica la magnitud de la crisis fue el desbalanceado sector externo, con abultados déficit superando el 5% del PBI sin que ninguna autoridad exhibiera la más mínima preocupación y -lo que es peor- ni el más mínimo interés. Cuesta entender esta subestimación en la que se suele caer y el sobredimensionamiento relativo de la cuestión fiscal como única variable explicativa de lo que puede pasar en la Argentina con el dólar, los precios y la tasa de crecimiento, publicó Ambito.

Padecemos desde hace ya décadas ese gran defecto en el análisis económico y nada indica que estemos cerca de dejar de sufrirlo. Por suerte, en los últimos trimestres el sector externo argentino mostró mejores guarismos, con evidentes señales de normalización a raíz de la cruenta devaluación del peso y de la disminución en el nivel de actividad que produjeron una caída muy apreciable en las importaciones. Ahora, ya en la segunda mitad de 2020 es muy probable que el sector externo acentúe su tendencia superavitaria reciente como consecuencia del efecto contractivo adicional sobre las importaciones que la pandemia produce. Pero sería erróneo suponer que la mejora de sector externo vendrá solo por ese punto.

Ocurre que hasta hace unos meses la Argentina aún pagaba una buena parte de los vencimientos de capital e intereses de su deuda externa. Ahora, con el acuerdo, pasará un buen tiempo hasta que haya desembolsos de alguna relevancia por esta cuestión. En lo que resta de 2020 no habrá que pagar nada y en 2021 una meramente simbólica cifra de entre u$s75 y u$s115 millones. O sea, casi nada. Y si bien los vencimientos en 2022 ya son mayores, los mismos no pasarían de los u$s1.200 millones en todo el año. Así dadas las cosas, con el equilibrio externo prácticamente garantizado, el país cuenta con una de esas pocas oportunidades que muy de vez en vez se le dan de poder subsidiar la oferta de algunos sectores que se consideren clave o incentivar la demanda agregada de la economía que se encuentra “planchada” a raíz de la recesión de los últimos años y de la pandemia. Es cierto que el crecimiento sostenible de mediano y largo plazo no viene -en el caso de la economía argentina- por ese lado.

O sea, no es con subsidios estatales a la oferta local o a la demanda interna como se logrará una salida definitiva de la triste realidad económica que se vive desde hace mucho, sino a través de vigorosas exportaciones de manufacturas -agropecuarias o industriales- y de la venta de servicios al exterior. Pero lo cierto es que tras la pandemia ningún país va a resultar terreno fértil para aumentar de manera vigorosa la colocación de nuestros productos, por lo que no cabe más remedio, en el corto plazo, que mirar fronteras adentro, factor que se encuentra facilitado, por el superávit externo que hoy se posee. Hay una cuestión adicional por la cual hoy resulta necesario basar el inicio de un ciclo de recuperación económica en el consumo. Y es que el consumo es de todas las variables que componen el PBI, lo que más rápido y en forma más potente ayuda en un inicio a crecer y salir de una crisis contractiva.

Es cierto que es un arma peligrosa, dado que si se incentiva incesantemente el consumo ocurre lo que siempre le ocurrió a la economía argentina: se pierde el equilibrio externo, se depende de manera gravitante del ingreso de capitales, y como en países inestables como la Argentina el ingreso de capitales es mayoritariamente “golondrina”, siempre se termina sufriendo crisis devaluatorias una tras otra. Es por eso que normalmente es desaconsejable estimular en exceso y por tiempos prolongados el consumo: porque solo sirve como estación intermedia para ir de una crisis a otra. Pero lo cierto es que tras la caída abismal que la economía sufre como resultado de la pandemia, y con los mercados externos debilitados como demandantes de productos (y mucho más de nuevos mercados como el nuestro puede resultar para gran cantidad de productos) lo más aconsejable es incentivar el consumo interno como motor expansivo. Para eso es -entre muchas otras cosas- que sirve el contar con superávit cuantioso de sector externo.

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