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Una emboscada al campo en el medio del país de todos los cepos

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El Banco Central dispuso que todos los que vendieron soja y accedieron al dólar especial no podían comprar en el mercado MEP y CCL; luego, exceptuaron a las personas físicas

El campo cayó en otra emboscada. Sigiloso, el Gobierno los llamó con palabras dulces, casi seductoras. Hizo gala de la frondosidad que siempre tiene la billetera ajena alimentada con emisión y los metió en un lujoso vestíbulo donde les dijo que por un mes les iban a pagar poco más de 35% más el producto estrella. Una vez adentro, les cambió las reglas. Casi como un Caballo de Troya al campo.

La decisión del Banco Central de impedir que todos los que vendieron soja en este mes accedan a los dólares que se compran en el mercado legal de bonos, como el CCL o MEP, nació con la desproporción de un Gobierno desarticulado.

Minutos después de que el BCRA envió la comunicación, el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Juan José Bahillo escribió: “Quiero aclarar que la resolución del @BancoCentral_AR no incluye a los productores y las productoras que con tanto esfuerzo vienen acompañando el Programa de Incremento Exportador”, dijo.

Quedó así consumada la emboscada que tejieron la autoridad monetaria y el ministro de Economía, Sergio Massa, con su secretario. En resumen, después de la rectificación que hizo Bahillo, se consagró un régimen original: si el que vendió es persona física, puede comprar dólares bolsa; si es una sociedad, pues a quedarse en pesos.

Semejante diferenciación es propia de un principiante que no conoce la actividad o de un malintencionado. Sucede que en pleno siglo XXI, la mayoría de las unidades de negocios agropecuarias a las que el secretario de Agricultura llama “productores y productoras” se ha organizado bajo diferentes tipos de sociedades. Si bien existen personas físicas, el campo se ha tecnificado y ha profesionalizado su estructura. Pero ahora, el solo hecho de haber constituido una sociedad determina el corte.

Seguramente el secretario, que es de una familia dueña de una cadena de heladerías que lleva su apellido, utiliza una sociedad para aquella estructura.

Quizá la confusión mayor de estos estadistas es confundir casi infantilmente empresa con sociedad. Que un “productor o productora”, para citar a Bahillo, tenga una sociedad no lo convierte en un poderoso empresario que acopia granos, aguanta y espera el mejor momento de venta. Desconocer que miles de unidades productivas se han convertido en personas jurídicas para poder separar patrimonios, responsabilidades y régimen impositivo es casi una afrenta para el sector. Una sociedad no siempre es una empresa, y menos el campo. 

Según algunas aproximaciones que se hicieron esta mañana en varias de las compañías que se dedican a comprar y vender cereales, la medida que cierra más el cepo afectaría a unas 20.000 sociedades.

Ahora bien, esta masiva emboscada del Banco Central generará más problemas para la entidad monetaria que no tiene dólares. Y ya no sabe qué cepo cerrar para evitar la dolarización de cualquier argentino. Su presidente, Miguel Pesce, podría combatir la inflación o poner tasas de interés positivas, es decir, que le ganen al aumento de los bienes y servicios. Pero no parece ser el camino. Por ahora, prefiere tapar la grieta de un dique con maderas. Los argentinos corren masivamente al dólar no para especular, sino para cubrirse de un Gobierno que llevó la inflación al 100% anual.

La democracia entrega una herramienta vital para hacer escuchar la voz de los ciudadanos: el voto. La historia económica, otra, para defender el valor de lo poco que se gana en la Argentina: comprar dólares para no perder un poco más cada día.

De regreso al remedio del trío Pesce – Massa – Bahillo, que no quiere que esos pesos de un dólar a medida de los sojeros regresen a moneda extranjera mediante operaciones en la bolsa, vale la pena aclarar algo que sucederá.

Desde las lujosas oficinas del Microcentro porteño, los burócratas de la economía argentina pueden emparchar un dique con madera. Pueden, y lo hicieron, prohibir un mercado donde comercian los particulares. Uno que quiere vender dólares y otro que compra es el corazón del MEP y el CCL. No salen ni se pierden reservas del Banco Central en esas operaciones.

Al prohibir este camino, ¿qué harán los “productores y productoras?, siempre en el cuidado vocabulario kirchnerista del secretario. Comprarán insumos en dólares. Irán a las góndolas por todo tipo de producto importado que les sirva para las campañas que vienen. Los fertilizantes, por caso, son un ejemplo del activo que se adquiere al dólar oficial. El trío debería saber que esas compras, sí le restarán reservas al BCRA, ya que la mayoría son importados y se compran al dólar oficial. Pesce deberá agarrar la lapicera roja.

La secuencia de lo que sucedió pinta de cuerpo entero la descoordinación de un Gobierno que hace de la palabra un activo sin valor. Primero, pidió ayuda al campo. Después, claro, les entregó un caramelo con un dólar a medida. Los productores vinieron y liquidaron miles de millones de dólares. Y luego, cuando todos estaban conformes, les cerró la puerta. En la otra punta de este oficialismo, otros llaman al diálogo.

Autor: Diego Cabot
Fuente: La Nación


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